Como os decía, el Sea Dell Motel es genial, está excelentemente situado y tiene una extraordinaria relación calidad-precio, pero no ofrecen desayunos.
En el mismo cayo de Marathon, en cambio, mi inefable guía de Lonely Planet me recomendaba un lugar tradicional de desayuno típicamente americano, y con extraordinarios productos.
Allí me dirigí, al Wooden Spoon. Y famélico como estaba, me pedí dos pancakes con arándanos, un zumo de mango y un café. Tras 10 días en los USA, aún no había aprendido a no pedir ese líquido oscuro e intragable llamado café. Excepto en el Starbucks, que si está rico...pero a precio de sangre de unicornio.
Las tortitas eran tan grandes, que no me las pude acabar, pero estaban deliciosas. Lo de los zumos en Florida, como ya os había comentado...es orgasmo culinario.
El café, como habréis imaginado...ahí se quedó!
Mayor aún que el disfrute de los manjares, fue el del ambiente. Cafetería puramente americana, muy del sur, camareras cincuentonas en minishorts y con camisas escotadas, cocineros negros, y todo el mundo hablando a voces.
Si en vez de un lugar turístico como los cayos, esta cafetería estuviese en alguna zona inhóspita de Louisiana o de Mississipi, hubiese sido igual...pero me hubiesen mirado al entrar como miran a los forasteros en las películas.
Pero me tocaba continuar hacia el sur, en busca del lugar más meridional del Estados Unidos continental. Por cierto, me río del "continental". Los Florida Keys, son eso, Keys. Cayos. Islas, vamos. Les ponen una carretera (espectacular obra de ingeniería, todo sea dicho), y ya, "con dos cojones", se convierten en parte del continente.
La verdad es que los americanos son únicos pensando a lo grande. ¿como será todo en Texas, que son los más "brutos" de entre los estadounidenses?
Pero antes de llegar a Key West (me niego a utilizar la deleznable traducción Cayo Hueso), había una par de paradas interesantes.
La primera de ellas, justo tras el espectacular Seven Mile Bridge, que une Marathon con Bahía Honda Key. Como su nombre indica, es un puente de 7 millas, el más largo de la Overseas Highway, y en el que si, por fin, tienes la sensación de conducir por encima del mar. El sol de la mañana pegando por la izquierda, en el Océano Atlántico, y a la derecha, el Golfo de Méjico. Otra de esas experiencias difíciles de explicar, pero que dan una sensación de libertad espectacular.
El último par de millas del puente, corre paralelo al antiguo puente que conectaba Marathon y Bahía Honda. Ahora es una especie de paseo marítimo que se adentra en el mar, y que los locales (y no tan locales) aprovechan para correr, andar en bici, pasear o pescar.
Pero como os decía, mi primera parada del día era en el Parque Estatal de Bahía Honda, donde, decía la guía, estaban las mejores playas de arena blanca de los cayos de Florida. Y es que tendemos a pensar que los Keys son una especie de paraíso de playa y arena fina, cuando, a pesar de la existencia de un par de bonitos arenales, la mayoría de las islas están rodeadas de manglares, y, a pocas millas, arrecifes de Coral, con lo cual, si. Es un paraíso, pero más natural, que puramente vacacional.
Pagados los dólares de rigor por la entrada al parque estatal, descubrí EL paraíso. Bahía Honda, tras pasar por varias playas increíbles durante mi viaje (South Beach, Key Biscayne, Naples, Clearwater o Honeymoon Island) se llevaba la palma. Pero no con una playa, sino con dos. La que da al Golfo de Méjico especialmente, pero casi igual de espectacular era la playa Atlántica.
Tras un baño en cada una (y un paseo entre bandadas de pelícanos, y centenares de mariposas de muchos colores), decidí que aquel era mi parque estatal favorito de Florida. Vaya lugar. Tras pasarme un par de horas a caballo entre el Golfo y el Atlántico, era hora de seguir rumbo a los cayos meridionales.
La siguiente parada, Big Pine Key, nombre muy adecuado para una isla repleta de pinos enormes. Big Pine Key es el hogar del Key Deer, el ciervo de los Cayos.
Esta huidiza y tímida especie, endémica de esta zona del mundo, aprovecha los frondosos bosques de algunos de los islotes, especialmente este de Big Pine, para vivir tranquilamente, siendo su mayor amenaza los coches que atraviesan la Overseas Highway. Es preciso desviarse un poco de la misma y adentrarse en el corazón de la misma, para llegar a algunos de los espectaculares senderos entre los bosques y que son el lugar ideal para huir de la civilización, y, con algo de suerte, encontrarse a estos pequeños Bambis. Y es que el ciervo de los Cayos, es una versión de bolsillo de los ciervos que estamos acostumbrados a ver. Pocos llegan a medir más de un metro de altura.
Tras pasear largo rato por alguno de estos senderos (me falto tirar migas de pan, como Pulgarcito, para saber volver al coche), y disfrutar de un fantástico paseo "a la sombra de los pinos", como no había quién me cantase, y ciervos no conseguí avistar ninguno, me volví al coche con la intención de continuar, ya por fin, hacia Key West.
Y a los 200 metros de arrancarlo, una familia de Key Deers, se pusieron a cruzar la carretera de tierra, mirándome cautos, sabedores de que, como es habitual, el humano es su principal amenaza. Yo había detenido el coche a unos 25 metros de los animales, así que éstos, se tomaron su tiempo para cruzar. Como las señoras mayores en los pasos de peatones, "ma o meno".
Con una sonrisa en la cara, volví a poner el Malibú en movimiento cuando el último ciervo del grupo desapareció entre los árboles.
Al final, entre caimanes, ciervos, manatíes, algún lejano tiburón y mantarrayas...había podido ver bastantes de los animales más emblemáticos de Florida. Y no tengo muy claro si hubiese sido bueno avistar osos negros, pumas, cocodrilos o serpientes de cascabel. Así que, estaba muy contento por ello.
Continué rumbo sur, hasta el final de la Overseas Highway, y por fin, a la localidad más al sur de Estados Unidos. Key West.
Uno entra en Key West, y comprueba inmediatamente que es un nido de hippies. Hay rumores de que aquí fundaron Podemos.
La vida, ya con el primer vistazo, se ve que tiene otro ritmo. Las casas coloniales en Duval Street y sus alrededores, están engalanadas con banderas americanas, pues es la víspera del Veteran´s Day, y por la tarde tendrán lugar los típicos desfiles que tanto les gustan a los estadounidenses.
La gente pasea con sus helados y sus refrescos por la calle, y los looks moteros, descuidados y hipsters están a la orden del día. También es hogar de una importante comunidad gay, y es común encontrarse banderas arcoíris por toda la isla. Nadie parece tener prisa...y todo el mundo parece estar moreno. En Uganda, mi tono de piel no hubiese llamado más la atención.
En pleno paseo, cae un chaparrón de 3 minutos que refresca el ambiente (no lo he dicho, pero las temperaturas siguen por encima de los 30 grados Celsius), y refresca también mi camiseta...durante unos 5 minutos hasta que se seca nuevamente.
Camino hacia el final de Duval Street, paso al lado del cuartel del ejército Estadounidense, y a pocos metros del mismo, el famoso monolito que indica que estamos en el Southernmost point del país. Al margen de la osadía que supone considerar Key West como América continental, ni siquiera es cierto, pero el lugar más meridional de Key West, está dentro del área restringida del cuartel.
Nos conformaremos con la típica foto junto a una horda de turistas, y seguimos el paseo, ahora en dirección opuesta, hacia el norte de Duval Street, buscando la zona donde vivió el gran Ernest Hemingway.
Mayor aún que el disfrute de los manjares, fue el del ambiente. Cafetería puramente americana, muy del sur, camareras cincuentonas en minishorts y con camisas escotadas, cocineros negros, y todo el mundo hablando a voces.
Si en vez de un lugar turístico como los cayos, esta cafetería estuviese en alguna zona inhóspita de Louisiana o de Mississipi, hubiese sido igual...pero me hubiesen mirado al entrar como miran a los forasteros en las películas.
Pero me tocaba continuar hacia el sur, en busca del lugar más meridional del Estados Unidos continental. Por cierto, me río del "continental". Los Florida Keys, son eso, Keys. Cayos. Islas, vamos. Les ponen una carretera (espectacular obra de ingeniería, todo sea dicho), y ya, "con dos cojones", se convierten en parte del continente.
La verdad es que los americanos son únicos pensando a lo grande. ¿como será todo en Texas, que son los más "brutos" de entre los estadounidenses?
La primera de ellas, justo tras el espectacular Seven Mile Bridge, que une Marathon con Bahía Honda Key. Como su nombre indica, es un puente de 7 millas, el más largo de la Overseas Highway, y en el que si, por fin, tienes la sensación de conducir por encima del mar. El sol de la mañana pegando por la izquierda, en el Océano Atlántico, y a la derecha, el Golfo de Méjico. Otra de esas experiencias difíciles de explicar, pero que dan una sensación de libertad espectacular.
El último par de millas del puente, corre paralelo al antiguo puente que conectaba Marathon y Bahía Honda. Ahora es una especie de paseo marítimo que se adentra en el mar, y que los locales (y no tan locales) aprovechan para correr, andar en bici, pasear o pescar.
Pero como os decía, mi primera parada del día era en el Parque Estatal de Bahía Honda, donde, decía la guía, estaban las mejores playas de arena blanca de los cayos de Florida. Y es que tendemos a pensar que los Keys son una especie de paraíso de playa y arena fina, cuando, a pesar de la existencia de un par de bonitos arenales, la mayoría de las islas están rodeadas de manglares, y, a pocas millas, arrecifes de Coral, con lo cual, si. Es un paraíso, pero más natural, que puramente vacacional.
Pagados los dólares de rigor por la entrada al parque estatal, descubrí EL paraíso. Bahía Honda, tras pasar por varias playas increíbles durante mi viaje (South Beach, Key Biscayne, Naples, Clearwater o Honeymoon Island) se llevaba la palma. Pero no con una playa, sino con dos. La que da al Golfo de Méjico especialmente, pero casi igual de espectacular era la playa Atlántica.
Tras un baño en cada una (y un paseo entre bandadas de pelícanos, y centenares de mariposas de muchos colores), decidí que aquel era mi parque estatal favorito de Florida. Vaya lugar. Tras pasarme un par de horas a caballo entre el Golfo y el Atlántico, era hora de seguir rumbo a los cayos meridionales.
La siguiente parada, Big Pine Key, nombre muy adecuado para una isla repleta de pinos enormes. Big Pine Key es el hogar del Key Deer, el ciervo de los Cayos.
Esta huidiza y tímida especie, endémica de esta zona del mundo, aprovecha los frondosos bosques de algunos de los islotes, especialmente este de Big Pine, para vivir tranquilamente, siendo su mayor amenaza los coches que atraviesan la Overseas Highway. Es preciso desviarse un poco de la misma y adentrarse en el corazón de la misma, para llegar a algunos de los espectaculares senderos entre los bosques y que son el lugar ideal para huir de la civilización, y, con algo de suerte, encontrarse a estos pequeños Bambis. Y es que el ciervo de los Cayos, es una versión de bolsillo de los ciervos que estamos acostumbrados a ver. Pocos llegan a medir más de un metro de altura.
Tras pasear largo rato por alguno de estos senderos (me falto tirar migas de pan, como Pulgarcito, para saber volver al coche), y disfrutar de un fantástico paseo "a la sombra de los pinos", como no había quién me cantase, y ciervos no conseguí avistar ninguno, me volví al coche con la intención de continuar, ya por fin, hacia Key West.
Y a los 200 metros de arrancarlo, una familia de Key Deers, se pusieron a cruzar la carretera de tierra, mirándome cautos, sabedores de que, como es habitual, el humano es su principal amenaza. Yo había detenido el coche a unos 25 metros de los animales, así que éstos, se tomaron su tiempo para cruzar. Como las señoras mayores en los pasos de peatones, "ma o meno".
Con una sonrisa en la cara, volví a poner el Malibú en movimiento cuando el último ciervo del grupo desapareció entre los árboles.
Al final, entre caimanes, ciervos, manatíes, algún lejano tiburón y mantarrayas...había podido ver bastantes de los animales más emblemáticos de Florida. Y no tengo muy claro si hubiese sido bueno avistar osos negros, pumas, cocodrilos o serpientes de cascabel. Así que, estaba muy contento por ello.
Continué rumbo sur, hasta el final de la Overseas Highway, y por fin, a la localidad más al sur de Estados Unidos. Key West.
Uno entra en Key West, y comprueba inmediatamente que es un nido de hippies. Hay rumores de que aquí fundaron Podemos.
La vida, ya con el primer vistazo, se ve que tiene otro ritmo. Las casas coloniales en Duval Street y sus alrededores, están engalanadas con banderas americanas, pues es la víspera del Veteran´s Day, y por la tarde tendrán lugar los típicos desfiles que tanto les gustan a los estadounidenses.
La gente pasea con sus helados y sus refrescos por la calle, y los looks moteros, descuidados y hipsters están a la orden del día. También es hogar de una importante comunidad gay, y es común encontrarse banderas arcoíris por toda la isla. Nadie parece tener prisa...y todo el mundo parece estar moreno. En Uganda, mi tono de piel no hubiese llamado más la atención.
En pleno paseo, cae un chaparrón de 3 minutos que refresca el ambiente (no lo he dicho, pero las temperaturas siguen por encima de los 30 grados Celsius), y refresca también mi camiseta...durante unos 5 minutos hasta que se seca nuevamente.
Camino hacia el final de Duval Street, paso al lado del cuartel del ejército Estadounidense, y a pocos metros del mismo, el famoso monolito que indica que estamos en el Southernmost point del país. Al margen de la osadía que supone considerar Key West como América continental, ni siquiera es cierto, pero el lugar más meridional de Key West, está dentro del área restringida del cuartel.
Nos conformaremos con la típica foto junto a una horda de turistas, y seguimos el paseo, ahora en dirección opuesta, hacia el norte de Duval Street, buscando la zona donde vivió el gran Ernest Hemingway.
Al pasar de nuevo junto al cuartel, veo a la iguana más grande que jamás he visto, tras la valla. Menuda bestia. Todo el sur de Florida, especialmente los Cayos, es hogar de estos tranquilos reptiles, pero tras haber visto unas cuantas en los días anteriores, ésta impresiona, pues tiene el tamaño de una de sus gigantescas primas de las Galápagos.
Al llegar a la casa de Hemingway, decido no entrar. Muchísimos turistas, elevado precio, y, según la guía, escasos recuerdos del genial escritor.
Eso sí, me compro una edición en inglés de "The Old Man and The Sea", que devoraría dos días más tarde en el avión de vuelta a la realidad.
Pero el hambre apretaba, y decidí tomarme el sándwich típico de Key West en un tranquilo restaurante situado a pocos metros de la señorial casa del amigo Ernest. El Six Toed Cat. (en homenaje a los gatos de seis dedos que acompañaron al escritor durante su vida en el sur de todos los sures)
Había leído, como os decía, que entre todas las delicias marinas que se pueden degustar en los Cayos, destacaba una por su sencillez y asequible precio. El sándwich de langosta Reuben. No quedé decepcionado. Que cosa tan rica el Lobster Reuben. Un día de estos, me lo preparo en casa, aunque sea con langostinos congelados.
Mientras degusto este manjar, me llaman la atención la multitud de gallos y gallines que pasean por las callea de Key West, como Pedro por su casa. De hecho, se han convertido en el símbolo de la ciudad. Una especie de vacas sagradas con plumas!!
Tras pasear parte de la tarde entre los vehículos militares y civiles que van a participar en el desfile, me planto en el bar más famoso, quizá, de toda Florida. El Green Parrot, que presume de ser, al mismo tiempo, la primera cervecería de Estados Unidos (en tiempo histórico) y la última (en localización geográfica).
El ambiente es increíble. Dardos, billar, conversaciones de todo tipo, múltiples cervezas (a destacar la de elaboración artesana por la propia cervecería, y llamada como ella. Green Parrot) y un local que cuenta con más de 100 años y con el techo más curioso jamás visto. La tela de un globo aerostático, que está en constante movimiento gracias a los potentes ventiladores que también refrescan el interior.
Tras un par de Green Parrots (la normativa americana es más laxa en cuanto al porcentaje de alcohol en sangre permitido para conducir), y con el sol escondiéndose en las aguas del golfo, conduje de regreso al Motel, 50 millas al norte.
Un nuevo atardecer en Florida. Como los iba a echar de menos.
Tras una duchita, me fui a cenar al Papa John's (tanto ver a Peyton Manning anunciando sus pizzas en los intermedios de la NFL lo hacían lugar obligado para visitar), y poco después, tras unos capítulos de Family Guy (bendito Netflix) me metí en cama, sin tener muy claro que haría al día siguiente. Lo decidiría durante el desayuno.
Buenas nochezzzzzzzz
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