8 de Noviembre. Día D. El día del partido de los Buccaneers en el Raymond James Stadium. Jujujuju. Que nervios!! Que ilusión!! Que alegría!!!
Suena el despertador...y no lo puedo apagar. Está tonto el iPhone. Bueno, no tiene importancia. Ahora lo miro. Coño...el puñetero teléfono arde. Y la pantalla no responde en general. No fue cosa puntual del despertador. Mucho calor en Florida para un Apple gallego (ou sexa, unha mazá, jajajaja).
Bueno, lo apago un rato, que seguro que no hay problema. Me ducho, me visto con mi ropa de la NFL, y enciendo el teléfono. Funciona perfectamente. Menudo alivio. Me bajo a desayunar...y vuelve a fallar. Solo funcionan los botones, pero no la pantalla. Y coge un calor preocupante en tres minutos. Las tortitas ya no me saben igual que ayer. Es más, no recuerdo ni que narices desayuné ese día. Menos que el día anterior seguro. Por salud, claro. Y por el agobio.
El "teléfono-de-los huevos" (pronúnciese así, todo junto), es mi vía de comunicación con el mundo, mi cámara de fotos, mi entretenimiento en los momentos de soledad, y, aunque eso sería a mi vuelta, una herramienta fundamental para mi trabajo (los enfermeros eventuales como yo, sabéis de lo que hablo).
Los pequeños momentos de respiro los aprovecho para comentarlo con mi consejer@ espiritual. Como siempre, me tranquiliza y aporta el lado razonable al asunto. ¿Qué se puede hacer? ¿Hacia donde enfocar mis esfuerzos? Gracias mil. Una vez más.
¿Resultado? Tranquilidad lo primero, que no se acaba el mundo. Lo segundo, buscar una tienda de Apple, que en Tampa (o en USA en general) no debería ser muy difícil. En el peor de los casos, comprar un iPhone nuevo me saldría más barato que en España. Y seguro que lo que le pasa a mi móvil tiene una explicación sencilla y es fácil de arreglar.
Con dificultades, porque el teléfono sigue haciendo el indio, localizo una tienda Apple en un centro comercial muy próximo al estadio de los Buccaneers. Normalmente critico las compras en los días festivos, pero sinceramente, ese día olvidé mis principios y me hizo muy feliz comprobar que en USA, todos los domingos abren las tiendas.
Tras unos 15 minutos de conducción, paso junto al estadio, observando que a esas horas (11 de la mañana), ya hay colas para entrar a los parkings....siendo el partido a las 4.15 de la tarde.
Bueno, no es mi problema, pienso, porque en el Raymond James, solo aparcan en las zonas oficiales los poseedores del pase de temporada. Yo, una vez solucionado el asunto del teléfono, tendré que buscarme la vida para dejar el Malibú.
1 milla y media más adelante, está el impresionante International Plaza and Bay Street, un enorme centro comercial (más grande aún que el Dolphin Mall de Miami), donde, en algún punto de sus 29.000 metros cuadrados, se hallaba una tienda de la manzana mordida.
La encuentro sin dificultad, e inmediatamente hablo con uno de sus empleados. Sé que soy un poco fanboy de Apple, pero la atención al cliente de esta compañía, es inigualable. Me han tratado bien en muchos sitios, pero como las veces que he lidiado con la empresa de Steve Jobs, jamás.
Bueno, el caso es que el empleado (otro más con familia en Toledo) me atiende fantásticamente, me indica que quizá el calor haya jugado un papel importante en el fallo del móvil, pero me recomienda probar primero a resetear el software del sistema, previa copia de seguridad, cosa que hacemos allí mismo.
Mágicamente, tras 20 minutos de copia de archivos, el teléfono comienza a funcionar perfectamente. Todo ello, por supuesto, sin coste alguno. Me indican también, que si vuelve a fallar, que vuelva al día siguiente, pero que parece que podría estar bien.
Más contento que unas castañuelas, y como aún es temprano, doy un paseo por el centro comercial, y me compro una camiseta nueva de los Buccaneers, disfrutando del aire acondicionado, pues el calor fuera, para variar, sigue siendo infernal, y además, amenaza tormenta.
El centro comercial está lleno de gente con camiseta de los Buccaneers, pero también hay muchos fans de los Giants de New York, sus rivales de esta jornada. Está claro que Florida es un estado con habitantes de todas partes de USA, especialmente jubilados, y además, un lugar ideal para las vacaciones invernales.
El hecho de que además, el rival sea uno de los equipos más populares de la NFL, tampoco ayuda. Creo que veremos mucho azul en el partido de hoy.
Tras hacerme con una camiseta de Gerald McCoy, me paro a pensar si será mejor aprovechar que estoy estacionado en el centro comercial e ir andando hasta el Raymond James, o bien probar suerte para aparcar en algún lugar más cercano.
En cuanto salgo por la puerta, la hostia del calor hace que se me vayan las dudas de golpe. Y eso que está nublado como Mordor en invierno. Cielo negro, negro...
Va andar la milla y pico su tía con este calor.
Cojo el coche, y paso nuevamente junto al estadio por la avenida Dale Mawbry, donde está situado, y veo que ya no hay colas. Todo el mundo está dentro de los aparcamientos, disfrutando de las típicas barbacoas, bebiendo cubos de cerveza situados en la parte de atrás de sus rancheras, y lanzándose balones de NFL. Todo muy americano...y con un olor espectacular a carne a la parrilla.
Tras un par de vueltas, empiezo a fijarme en que los habitantes de Tampa (ya sabéis, casas unifamiliares con amplios jardines) están a la puerta de sus domicilios, con carteles de 20 $, 15 $ y 10 $, y veo que muchos coches van aparcando en los jardines particulares a cambio de ese dinero.
Vamos...como en los pueblos en los días de romería. Definitivamente, pienso, Estados Unidos no es más que una aldea gigantesca. Y mola.
Busco el lugar más cercano al estadio de entre todos los que me piden 10 dólares (el aumento de precio, como habréis adivinado, es directamente proporcional a la proximidad al campo) y tras pagar la tarifa adecuada a una amable ancianita (clavadita a esas que le venden el coche de su difunto marido a Richard Rawlings y su tropa del Gas Monkey Garage), me doy un paseo de 5 minutos hacia los aledaños del coliseo bucanero.
El ambiente es extraordinario, como decía. Ambas aficiones compartiendo "tailgate", es decir, la fiesta previa al partido, en completa armonía.
Son las 2.30 de la tarde, y entre nube negra y nube negra, surge un sol abrasador, y, al igual que en las playas de Miami y en otros lugares de Florida, la gente (yo incluido a pesar de la gorra), se echa crema para el sol en los expendedores públicos, cortesía de la asociación americana contra el cáncer de piel.
Buena iniciativa, porque aquí los índices de melanoma, tienen que ser de los más altos del mundo.
Finalmente, se abren las puertas de acceso al estadio, y, como no, tras un exhaustivo cacheo (prohibidas mochilas, bolsas opacas, paraguas y armas blancas y de fuego), entramos en manada al precioso Raymond James Stadium.
Ya no es uno de los campos más modernos de la NFL, pero en comparación con la mayoría de los estadios europeos (el nuevo Wembley incluido) es la octava maravilla del mundo.
Una auténtica miniciudad, con tiendas de todo tipo, escaleras mecánicas y todas las comodidades imaginables. Todas menos una. Cubierta para los espectadores. Como llueva...que tiene toda la pinta...nos vamos a empapar. Pero bueno, a más de 90 grados Fahrenheit, tampoco pasa nada. En Florida, uno puede permitirse estar en un estadio descubierto.
Tras agenciarme un perrito caliente tamaño XXXL, y una coca cola (el vaso conmemorativo del partido para llevar, y para rellenar las veces que quieras, como siempre), ocupo mi asiento, bastante elevado, pero con una visión perfecta del campo y disfruto de las vistas. A la izquierda, el emblemático barco pirata, a la derecha, videomarcadores espectaculares con todo tipo de información y publicidad, y de frente, el "ring of honor", un homenaje a los jugadores más importantes de la franquicia bucanera.
Estoy en mi salsa, y disfruto de cosas como el calentamiento de los jugadores o videos de jugadas de las temporadas anteriores.
Pero se va acercando la hora del partido, y, por supuesto, la parafernalia típica americana (reconozcámoslo, me gusta).
Y hoy, siendo la celebración del "Veteran´s day", es decir, homenaje a los veteranos de guerra, la parafernalia será mayor aún.
Antes de la salida de los equipos al campo, se muestra en las pantallas al asistente más ilustre del partido, el mítico Buzz Aldrin, uno de los tres primeros humanos en viajar a la luna. Ovación cerrada, por supuesto.
Salen los Giants al campo, y a pesar de que los abucheos son mayoría, hay muchos aplausos. Como decía, mucha camiseta azul.
De repente, cambia la música. Mucho más cañera. Una enorme bandera de los Buccaneers cubre el campo, y entre llamaradas que aumentan aún más el calor ambiente, salta el equipo local al campo.
Éxtasis total, parte 1.
El speaker, de pronto, nos insta a fijarnos en el cielo. A lo lejos, un avión sobrevuela el estadio, y de pronto, tres paracaidistas saltan del mismo, siendo seguidos por una estela de humo de colores, y aterrizan en el estadio.
Bueno, aterrizar, aterrizan dos. El otro, nos cuentan, ha tenido un problema con el paracaídas principal, y aunque llega a tierra sin problemas con el de emergencia, lógicamente no puede hacer las piruetas y aterrizar con la precisión de todos los demás.
Aún así, en cada aterrizaje, éxtasis total partes 2 y 3.
Después, el inefable himno de los Estados Unidos, el conocidísimo "Star Spangled Banner".
5 fulanos que no conozco de nada, y parece ser que son muy conocidos en su casa a la hora de comer (mis compañeros de asiento, llamémosles "el negro gracioso que muere en todas las pelis" y el "gordo de Lost, pasado de drogas" tampoco saben quienes son).
Aún así, el momento resulta emocionante, máxime cuando, como sorpresa final, un enorme bombardero, y dos helicópteros Black Hawk pasan volando bajo sobre el terreno de juego, y los fuegos artificiales iluminan el nublado cielo de Tampa.
Éxtasis total, y hasta lagrimillas, joer!! Que estaba a 6000 kilómetros de mi casa cumpliendo un sueño de niño!!
Lo bueno es que con la pinta de guiri que tengo, y con 40000 americanos emocionados por su himno, nadie se fijó en mi.
Y entonces, comenzó el partido. No os voy a aburrir con el transcurso del mismo...en especial porque mis Buccaneers perdieron, aunque es verdad que el partido estuvo apretado, y fue un subidón ver el Touchdown de Jameis Winston que recortaba distancias justo debajo de donde me encontraba.
Lo que si diré es que la lluvia que cayó durante el tercer cuarto, no fue ni medio normal. En lo alto del Raymond James Stadium, se podían ver relámpagos a lo lejos, y caían jarros de agua, y de hecho, llovía tanto que se hacía difícil ver a los jugadores...pero el agua estaba taaaan fresquita. Vamos, que aquello no fue el diluvio universal, sino más bien, maná caído del cielo. Qué bien sentó aquel chaparrón.
Al final del partido, como prueba del calor reinante, estaba más seco que cuando había llegado.
Tras despedirme del "negro gracioso que muere en todas las pelis", que había dejado de sonreír cuando quedó claro que no ganaríamos, y del "gordo de perdidos", que seguía gritando como 3 horas antes, al inicio del encuentro, sentí una honda satisfacción a pesar de la derrota.
Había cumplido mi sueño. Ganar o perder, por una vez, era lo de menos. Nadie me quitaría aquella experiencia. Nadie me robaría lo que había vivido aquel domingo de Noviembre. Y las fotos que había sacado, perdurarían para siempre.
O no. Porque no se si el calor de otro día, o la mojadura, o las dos cosas, hicieron que el iPhone volviese a fallar de camino al coche. Menos mal que aprovechando el wifi gratis del estadio había mandado cosas a diestro y siniestro, especialmente vídeos, y los podría recuperar, porque mucho me temía que al día siguiente habría que jubilar el teléfono.
Aún así, ya no me importó como por la mañana. Ni tampoco el tráfico infernal de Downtown Tampa con todos los aficionados de camino a casa, ni los relámpagos, ni la lluvia que volvía a caer con fuerza.
Disfruté la hora entera que me pasé entre atasco y atasco hasta llegar al hotel, sonriendo y pensando en lo afortunado que soy de haber podido cumplir uno de mis sueños. No todo el mundo tiene tanta suerte. ¿Podía un simple teléfono amargar un día tan genial? ni por asomo.
Como era bastante tarde, decidí no complicarme la vida para cenar, y volví a ir al Taco Bell, donde el camarero aprovechó para decirme lo mucho que le gustaba mi camiseta, en clara "pulla" a los otros dos clientes, un padre y su hijo de 10 años, originarios de la India.
La verdad es que me cayeron tan simpáticos que compartí mesa y mantel con ellos. Bueno...mantel...es un Taco Bell. Solo mesa, obviamente.
Habían conducido desde Jacksonville, al norte de Florida para ver a sus Giants, y en el caso del niño, era también su primera vez, igual que la mía. Y el crío no solo había podido ver a su equipo en directo...sino que había conseguido que nada menos que Odell Beckham Jr. le firmase la camiseta!!! Sé que os sonará poco, pero es una de las grandes estrellas de la NFL y portada de la edición 2016 del videojuego oficial de la competición. Un suertudo el chaval.
Mientras pensaba en noquearlos a él y a su padre para llevarle la camiseta, el señor me contó una de las historias más curiosas que he oído nunca.
Su hermano, que vive todavía en Mumbai y que trabaja (oh, sorpresa) en una empresa de alta tecnología informática, es fanático de los Green Bay Packers, pero el merchandising americano es extraordinariamente caro para el sueldo medio de la India, y el hombre no podía comprarse nada de ropa del equipo de Wisconsin.
Un día, se encontró a un turista americano con una gorra de los Packers, y le ofreció un trueque. ¿Sabéis que le ofreció? un ordenador nuevo. En serio. El tío le dio al americano un ordenador portátil de última generación a cambio de una "mísera" gorra.
Para que veáis que el precio de las cosas es algo completamente relativo.
Tras despedirme de los indios, me volví al hotel, comprobando que el móvil seguía medio tonto, y tras ver por primera vez en la vida un "Sunday Night", es decir, el partido de la noche de la NFL, a una hora razonable, dormí como un bebé.
Muy contento y con una sensación de autorrealización que resulta muy difícil de explicar.
P.D. Al igual que la foto de los rayos de la última entrada, varias instantáneas del día de hoy no son mías, ya que como dejaba caer, solo pude rescatar los vídeos y alguna de las fotografías que envié.
En la próxima entrada, os comentaré como apañé el problema del móvil.
P.D.2. Voy a presumir un poco. En el diario deportivo As, me publicaron un artículo sobre mi experiencia yendo al partido de los Buccaneers. Contiene un par de erratas, pero estoy muy satisfecho de él. Si aún no lo habéis leído, aquí os dejo el enlace.
http://masdeporte.as.com/masdeporte/2015/12/26/nfl/1451135040_427847.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario