Poniendo como punto de partida A Coruña, y como punto de llegada Ribadeo, voy a detallar como podría ser (por ejemplo) una escapada de fin de semana por estos lugares mágicos y ancestrales de mi tierra.
Saliendo temprano por la mañana, la primera parada sería la señorial villa de Pontedeume, con el Torreón de los Andrade dominándola, y con una parte antigua realmente espectacular. Pasear por las maravillosas calles de Pontedeume, con las primeras luces del día iluminando la desembocadura del caudaloso río Eume, será una experiencia fantástica.
Si vamos con tiempo, el torreón de los Andrade, situado en la cercana aldea de Noguerosa, nos dará unas vistas incomparables de toda la zona, y puede uno comprender como se dominaba el pueblo desde aquí.
A pocos kilómetros, aunque esto requeriría una visita a parte, tenemos las increíbles Fragas do Eume, un parque natural espectacular, y que abarca más de 9000 hectáreas del típico bosque gallego, sin pinos ni eucaliptos, que, como seguro sabéis, son especies no autóctonas de Galicia.
Carballos, es decir, robles, pero también castaños y abedules forman un espacio natural incomparable, y la fauna de anfibios, aves y mamíferos como la gineta, el tejón, el corzo e incluso algún lobo, forman un pulmón espectacular que merece la pena visitar, como digo, por si solo.
Particularmente recomendable la ruta a pie de varios kilómetros entre los monasterios de Monfero y Caaveiro.
Pero una descripción mas detallada de este parque natural, quedará para otro día, puesto que nuestro viaje nos lleva más al norte, y las siguientes paradas serán los pueblos de Redes y Mugardos.
El primero, para mi, puede competir por ser uno de los más bellos de toda Galicia. Pueblo de pescadores, con las casas directamente sobre el mar, y con una romería pirata entre las más divertidas de todo el verano gallego.
En Redes, rodó parte de su película "Silencio" el afamado director, Pedro Almodóvar, y como digo, resulta increible observar como los habitantes, pueden subirse a sus embarcaciones sin salir de sus domicilios.
Es un pueblo pequeño, perteneciente al ayuntamiento de Ares, pero que, sin duda, merece que nos paremos un rato en él.
A poca distancia está Mugardos, que, enclavado en la ría de Ferrol, tiene un pequeño paseo marítimo delicioso y un puerto realmente encantador. Podríamos parar a tomar un tentempié de media mañana en uno de los bares de tapas del centro, o, si venimos durante "A Festa do Polbo" disfrutar de las delicias culinarias del Pulpo a la Mugardesa (Polbo es pulpo en gallego, cochinos!!). Esta fiesta tiene lugar una vez al año, durante el mes de julio...y...voy a ser sincero. Es la mejor manera de estropear el pulpo que conozco.
El pulpo está rico a la parrilla, o "á feira", es decir, a la gallega.
Esta manera extraña en la que lo hacen aquí, en una especie de guiso con pimientos y cebolla...psé. No diré que está malo...pero no hay Dios que se crea que así está mejor que el "octopus to the party" de toda la vida.
Tras el paseo por Mugardos, y el tentempié, nos dirigimos al norte, a la preciosa Cedeira. Otro de mis pueblos favoritos.
Soy consciente de que en este trayecto de 50 minutos, pasaremos de largo por algunas de las mejores playas del norte de Galicia (que viene a ser lo mismo que decir del mundo).
Pero para que conste en acta, pocas playas hay mejores que la de Doniños, muy cerca de Ferrol, y que la de Pantín, en Valdoviño, que además, pasa por ser un paraíso de surfistas. Si, en Galicia también hay de eso.
Pero seguimos con el viaje, y, como decíamos, estamos en Cedeira.
Es un pueblo enclavado entre dos montes, como si lo hubiesen construido donde quedaba sitio, y la playa urbana, en un dia de marea baja, es increíble.
La primera vez que fui a Cedeira, como anécdota, diré que me bañé en calzoncillos para no perder la oportunidad de disfrutarla.
Y es que está muy recogida de los vientos, rodeada de montañas, aguas muy tranquilas y cristalinas, barquitos de pesca y, algo poco habitual en Galicia, permite (especialmente con marea baja) caminar varios cientos de metros sin que el mar te cubra por completo. Lugar idílico, y que, incluso en invierno, apetece pasear.
Pero a Cedeira, hemos venido a comer.
Y ¿que hay más típico en Cedeira que tomar el marraxo? Pues a eso vamos. El marraxo es un tipo de tiburón que preparan a la plancha con patatas fritas, y que es una auténtica gozada degustar.
Para ello, recomendaremos el Bar O'Kilowatio, en pleno puerto de Cedeira, donde preparan tapas sabrosas de todo tipo, pero donde sin duda, su plato estrella es éste del que hablamos.
Con la barriga llena, seguimos el camino hacia el norte. Y llegaremos a uno de mis lugares favoritos de toda Galicia. A Serra da Capelada.
Y es que los montes que rodean Cedeira no son más que las primeras estribaciones de esta sierra. Es un lugar único en Europa, puesto que cuenta con alguno de los acantilados más espectaculares que se puedan imaginar.
Los más altos del continente (en la garita de Herbeira, 612 metros) junto a varios de los fiordos noruegos. Esta sierra, que se extiende por los municipios de Cedeira, Cariño y Ortigueira, no es muy extensa, pero deja varios paisajes que nos dejarán sin aliento, y que rivalizan, como decía, con los fiordos, los acantilados de Dover o los de la Bretaña francesa.
La carretera que nos lleva de Cedeira, hasta la aldea de San Andrés de Teixido, de la que ahora hablaremos, hace falta tomársela con calma, repleta de curvas, estrecha, acantilados cercanos, caballos salvajes y ganado vacuno pastando en libertad.
Es una gozada conducir sin prisa, disfrutando de la naturaleza salvaje (y del clima a menudo lluvioso y ventoso), parándonos en varios de los miradores espectaculares para observar como las montañas caen directamente varios cientos de metros hacia el mar.
Los molinos de viento son la única prueba de que estamos en el siglo XXI que tendremos durante muchos kilómetros.
Una vez llegados a San Andrés de Teixido, lo primero es agradecer que hemos llegado, pues el dicho popular dice que "a San Andres de Teixido vai de morto quen non foi de vivo", es decir, que va de muerto quién no fue de vivo.
Vamos, que cumpliendo el primer requisito, evitamos que nuestra alma tenga que hacer un viaje innecesario el día que estiremos la pata.
El santuario, y la pequeña aldea, merecen una visita rápida, especialmente por las espectaculares vistas que tendremos desde el atrio de la iglesia.
Tras el paseo por Mugardos, y el tentempié, nos dirigimos al norte, a la preciosa Cedeira. Otro de mis pueblos favoritos.
Soy consciente de que en este trayecto de 50 minutos, pasaremos de largo por algunas de las mejores playas del norte de Galicia (que viene a ser lo mismo que decir del mundo).
Pero para que conste en acta, pocas playas hay mejores que la de Doniños, muy cerca de Ferrol, y que la de Pantín, en Valdoviño, que además, pasa por ser un paraíso de surfistas. Si, en Galicia también hay de eso.
Pero seguimos con el viaje, y, como decíamos, estamos en Cedeira.
Es un pueblo enclavado entre dos montes, como si lo hubiesen construido donde quedaba sitio, y la playa urbana, en un dia de marea baja, es increíble.
La primera vez que fui a Cedeira, como anécdota, diré que me bañé en calzoncillos para no perder la oportunidad de disfrutarla.
Y es que está muy recogida de los vientos, rodeada de montañas, aguas muy tranquilas y cristalinas, barquitos de pesca y, algo poco habitual en Galicia, permite (especialmente con marea baja) caminar varios cientos de metros sin que el mar te cubra por completo. Lugar idílico, y que, incluso en invierno, apetece pasear.
Pero a Cedeira, hemos venido a comer.
Y ¿que hay más típico en Cedeira que tomar el marraxo? Pues a eso vamos. El marraxo es un tipo de tiburón que preparan a la plancha con patatas fritas, y que es una auténtica gozada degustar.
Para ello, recomendaremos el Bar O'Kilowatio, en pleno puerto de Cedeira, donde preparan tapas sabrosas de todo tipo, pero donde sin duda, su plato estrella es éste del que hablamos.
Con la barriga llena, seguimos el camino hacia el norte. Y llegaremos a uno de mis lugares favoritos de toda Galicia. A Serra da Capelada.
Y es que los montes que rodean Cedeira no son más que las primeras estribaciones de esta sierra. Es un lugar único en Europa, puesto que cuenta con alguno de los acantilados más espectaculares que se puedan imaginar.
Los más altos del continente (en la garita de Herbeira, 612 metros) junto a varios de los fiordos noruegos. Esta sierra, que se extiende por los municipios de Cedeira, Cariño y Ortigueira, no es muy extensa, pero deja varios paisajes que nos dejarán sin aliento, y que rivalizan, como decía, con los fiordos, los acantilados de Dover o los de la Bretaña francesa.
La carretera que nos lleva de Cedeira, hasta la aldea de San Andrés de Teixido, de la que ahora hablaremos, hace falta tomársela con calma, repleta de curvas, estrecha, acantilados cercanos, caballos salvajes y ganado vacuno pastando en libertad.
Es una gozada conducir sin prisa, disfrutando de la naturaleza salvaje (y del clima a menudo lluvioso y ventoso), parándonos en varios de los miradores espectaculares para observar como las montañas caen directamente varios cientos de metros hacia el mar.
Los molinos de viento son la única prueba de que estamos en el siglo XXI que tendremos durante muchos kilómetros.
Una vez llegados a San Andrés de Teixido, lo primero es agradecer que hemos llegado, pues el dicho popular dice que "a San Andres de Teixido vai de morto quen non foi de vivo", es decir, que va de muerto quién no fue de vivo.
Vamos, que cumpliendo el primer requisito, evitamos que nuestra alma tenga que hacer un viaje innecesario el día que estiremos la pata.
El santuario, y la pequeña aldea, merecen una visita rápida, especialmente por las espectaculares vistas que tendremos desde el atrio de la iglesia.
Pero tras el breve paseo, debemos continuar, puesto que probablemente ya estemos a media tarde, y yo recomendaría, continuar hasta el cabo Ortegal, para disfrutar de un bonito atardecer en el segundo cabo más septentrional de la península ibérica (al primero iremos "mañana").
Las vistas desde el Ortegal son espectaculares y cuando nos cansemos (aunque para mi, que siempre me quedo embobado mirando el mar, lo de cansarme parece complicado) o cuando tengamos hambre y sueño (ahí si, en comer y dormir soy un experto) nos dirigiremos al cercano pueblo de Cariño, que cuenta con, probablemente, el nombre más bonito jamás dado a un pueblo, y era el lugar de residencia de uno de los "freaks" por excelencia de Galicia, José Tojeiro. Si, el de la "droja en el Cola Cao".
Un ídolo de masas.
¿Que no lo conocéis? Venga, seré bueno y os ahorraré la visita a youtube.
Tras tomar unas tapitas de marisco cerca del puerto de Cariño, y hacer noche allí, nos toca seguir acercándonos hacia la provincia de Lugo.
Pasaremos rodeando Ortigueira, hogar de uno de los festivales folk mas importantes del mundo, y Espasante, el que es, posiblemente, el pueblo donde mejor marisco se come de Galicia. Desde luego, percebes como los de aquí...solo en Corme.
Pero en este viaje que os propongo, vamos a seguir hacia el Este, hacia el cabo más septentrional de la península, Estaca de Bares, que tradicionalmente, marca la separación entre el Océano Atlántico y el Mar Cantábrico.
Como Cabo, creo que Ortegal es más espectacular, pero la peculiaridad de estar en el punto más al norte de España, y servir como separación a dos mares, hace que sea bonito pasar aquí parte de la mañana, antes de continuar hacia Viveiro, precioso pueblo señorial, ya en la provincia de Lugo, donde podemos tomar un agradable café y perdernos por sus antiguas calles.
Pero tras el café, vamos a continuar hasta comer en Burela, bastante más al este, pueblo de pescadores por excelencia, pero que, sin tener ninguna razón especial, siempre me ha enamorado desde pequeñito.
Su pequeño puerto y las calles anexas, siempre me han encantado. Comer en A Lonxa, es uno de los placeres que uno tiene que probar una vez en la vida. Vaya pescados y vaya mariscos!!!
Tras el opíparo banquete, nos desviaremos un poco de la costa, para acercarnos a la localidad de Cervo, donde además de un romántico paseo para enamorados (recomendable ir en pareja, jajajaja) se encuentra la fábrica de la famosísima cerámica gallega Sargadelos.
El romántico paseo con las primeras luces de la tarde hasta la cascada artificial, incluso para los que no sois mucho de estas cosas, os va a encantar, pero, no os demoréis demasiado.
Tenemos que dirigirnos hacia la conocidísima playa de As Catedrais, cerca de Ribadeo.
Esta playa, entre las mas famosas del mundo, es conveniente visitarla durante la bajamar, momento en el cual las grutas naturales y las bóvedas y arcos que forman los acantilados, semejan ser una Catedral, de ahí el nombre.
Es importante informarse del horario de las mareas, y en función de dichas mareas, adaptar vuestra escapada.
En esta página web podéis encontrar toda la información necesaria.
En esta página web podéis encontrar toda la información necesaria.
http://www.playadecatedrales.com
No os arrepentiréis. Es cierto que en los últimos años ha comenzado a estar algo masificada por el turismo, pero la sensación que deja en el alma, es como de magia (no, no he fumado nada, aunque lo parezca, jajajaja).
Para cualquier persona que viva en Galicia es un "must see" en toda regla.
Para cualquier persona que viva en Galicia es un "must see" en toda regla.
Una vez llegados al punto culminante del viaje, tendremos varias opciones.
Si podemos seguir, haríamos noche en Ribadeo, antes de continuar por los bellos pueblos de Asturias.
Quizá, podríais pensar en comer o cenar en la cercana y antigua aldea pesquera de Rinlo, donde se come el mejor arroz caldoso de Galicia (en el restaurante A Cofradía), o volver a A Coruña por la autovía A8, que en menos de dos horas, os dejará en la ciudad herculina, o antes incluso, en Lugo, de la que hablaremos otro día.
El caso es que, sean cuales sean vuestras opciones, y las variantes que toméis en vuestro viaje, os va a encantar recorrer las Rías Altas, debido a lo salvajes que son sus acantilados, debido a la extraordinaria gastronomía, y por supuesto, debido a que podréis poneros en contacto con la Galicia más auténtica, esa que a veces olvidamos cuando estamos en A Coruña, Pontevedra, Vigo o Sanxenxo. La Galicia de las meigas, las supersticiones y los señores feudales.
Queridos lectores, os he soltado un rollo increíble sobre lo que para mí sería una escapada perfecta. Si tenéis alguna duda, o alguna sugerencia acerca de diferentes lugares a los que señalo aquí, no dudéis en comentármelo.
Pero seguro que os he metido de ganas de visitar la zona, ¿no? Lo hayáis hecho antes o no.
Y si no os he convencido, y no queréis visitar estos parajes por ahora...no olvidéis que, al menos a San Andrés de Teixido acabaréis yendo si o si....
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